Es imposible publicar esta receta sin abrir el famoso debate: la tortilla de patata, ¿con cebolla o sin cebolla? Yo lo tengo claro, sin cebolla. No es que le haga ascos a una buena tortilla con su cebollita muy picada y muy bien hecha. Pero no soporto encontrarme trozos enormes y medio crudos. El “crujiente” en este plato no me triunfa nada. Hay algún bar en el que te pides un pinchito para desayunar y my mother. A veces dan ganas de cambiarla por un bollo rancio.
Aunque este es el tema más comentado cuando se habla de tortilla, para mí, la clave indiscutible es otra. El secreto para conseguir la tortilla de patata perfecta está en que se quede bien jugosa por dentro y que el punto de sal sea el justo. En general la comida sosa no me gusta nada pero en la tortilla me parece un error pecaminoso.
Por cierto, es uno de mis platos estrella para los picoteos, acompañada de un tomate aliñado, y espero que se convierta en el tuyo. Tienes que hacerla muchas veces para dar con el punto perfecto. No desesperes porque no siempre te saldrá genial. A veces te la juegan las patatas (se quedan como terrosas), los huevos (falta de sabor o poca/mucha cantidad) o que simplemente tienes un mal día y la cocina lo sabe. Pero piensa que la tortilla de patata siempre, aunque sea un poco chunga, siempre es tortilla. ¡A cocinar!