La sopa de tomate, un plato simple pero maravilloso, es un elemento básico en cocinas de todo el mundo desde hace siglos. Aunque su preparación y sabores pueden variar según la región y la tradición familiar, una cosa es cierta: esta sopa nunca pasa de moda.
Los tomates, originarios de América del Sur, se introdujeron en Europa en el siglo XVI, y desde entonces son una parte fundamental de la cocina mediterránea. La primera receta documentada de sopa de tomate la podemos encontrar en un libro de cocina italiano del siglo XVIII, lo que demuestra que esta deliciosa preparación ha sido parte de la cultura gastronómica europea desde entonces.
Sabores de siempre
La sopa de tomate es una de esas recetas que se transmiten de generación en generación. Cada abuela, madre o padre tiene su propia versión secreta, su toque especial que hace que la sopa sea única. Ya sea con hierbas frescas, un poco de queso fundido por encima o servida con crujientes trozos de pan… la sopa de tomate permite a los cocineros expresar su amor por la cocina. Cada cucharada de esta sopa de tomate caliente es un homenaje a todas las abuelas, a esos olores que había siempre en sus cocinas y, sobre todo, a todos los abrazos que te daban. Un recordatorio de la importancia de mantener vivas las tradiciones, pero también de la capacidad de la cocina para evolucionar y sorprendernos.
Tosta de jamón serrano y huevo: el acompañamiento perfecto
Y para hacer el plato de 10, nada como una tosta con jamón serrano y un huevo frito para acompañarla. La mezcla de sabores es espectacular. El pan crujiente (en este caso he utilizado un pan con aceitunas para darle un toque), el jamón serrano, que no necesita más presentación, y el huevo dorado se combinan con la sopa de tomate, creando la fiesta del sabor. ¿Te animas a probarla?