¿Pensabas que iba a dejar pasar la Semana Santa sin cocinar el pecado por excelencia? La Torrija. ¿Hay algo mejor que pan remojado el leche y frito? Bueno, ojo, puede que las fayuelas. Si hubiese un combate mortal entre los frixuelos y las torrijas, yo apostaría 100% por los frixuelos, pero la protagonista de la receta de hoy se quedaría muy cerca de la victoria.
Hoy te traigo dos versiones para su preparación: la tradicional y en airfryer. Por si te da por ponerte fit en estas fechas o eres un poco ratilla y no quieres gastar un litro de aceite en cada preparación. La receta es exactamente la misma, la de toda la vida, solo que he probado a freírla en el que últimamente es mi artilugio favorito.
Tengo que reconocer que me costó bastante decidirme a comprar la airfryer pero le he sacado un montón de partido. Aunque sigue habiendo un tema que no me acaba de convencer del todo. Las cantidades que puedes hacer, al mismo tiempo, son pequeñas. Entendedme por pequeñas, mi señor marido mide 2 metros y come como una lima (bueno y yo también…). Con una torrija no tiene ni para empezar. Y en la cesta de la freidora solo puedes hacer 2 o 3 a la vez. Y eso que tengo la XXL.
Por lo demás, creo que dan el pego. Si te la pongo de postre y no te doy a probar, a la vez, una tradicional estoy casi segura de que no te darías cuenta.
Sea como sea, espero que te animes a probar estas torrijas y me cuentas. También te invito a que hagas tus propias modificaciones. Hay gente que les echa nata, leche condensada, chocolate… incluso crema de orujo. Lo más loco de mi casa es que llevan un toque de anís. Lo importante es ¡disfrutar!